El viernes por la tarde llegamos al cole y tras acomodar los
sacos en el aula de tecnología que, con vistas a la torre de San Juan, nos
serviría de dormitorio, bajamos al gimnasio.
Allí realizamos una actividad en la que nuestros chicos se
metieron en la piel de diferentes familias de inmigrantes. Eligieron una
nacionalidad y tuvieron que buscarse la vida para conseguir un trabajo, una vivienda
y la escolarización de sus hijos. Tras tener que relacionarse con los monitores,
que hicimos el papel de Delegación de Gobierno, Ayuntamiento,
Inmobiliaria y Colegio y tras tener sus más y sus menos con la policía (papel que interpretaron dos alumnos), que
los detenía si no tenían los papeles en regla, pudieron hacerse una idea de lo
que viven muchas personas que se ven obligadas a salir de su país para buscar
un futuro mejor.
Y subimos al cuarto piso, donde, por equipos, nuestros
chicos tuvieron que ir buscando a los monitores para competir mediante un juego
de cartas en el que pasando diferentes etapas, tenían que llegar a una meta final. Los
ganadores recibieron un espectacular premio que no ponemos aquí para no daros
envidia… J
Luego pijamas y al saco, para rematar la noche con una película en lo que nos iba entrando el sueño.
Allí tuvimos un momento de
desconexión, en mitad del barullo y de la actividad a la que estamos acostumbrados.
Dimos los buenos días al Señor cantado y después, tras leer un una cita del
evangelio, completamos un puzle en el que cada pieza contenía en su dorso un
valor o una actitud que, como grupo, tenemos que ir trabajando para sentirnos Familia
Amor de Dios. Y para acabar, tras rezar juntos la oración que Jesús nos enseñó,
acabamos cantando la canción del JADEM del curso pasado, recordando así buenos
momentos y motivándonos para nuestra participación en este curso.
Tras la oración, nuestros chicos tuvieron que cambiar el
chip y meterse en la piel de atletas para competir en unas Olimpiadas, pero no
unas Olimpiadas cualquiera, unas “Paraolimpiadas”. Correr a la pata coja, con
los ojos vendados o realizar diferentes pruebas si poder utilizar las manos, los
brazos o las piernas, es algo a lo que no estamos acostumbrados y que nos hace
valorar mucho más, lo afortunados que somos de estar sanos. Pero también nos
sirve para aprender a superarnos pese a las dificultades y valorar mucho más el
esfuerzo de las personas con alguna discapacidad.
En cualquier caso, reflexiones aparte, nuestros chicos, tras hacer sus equipos y prepararse física y mentalmente para la competición, lo dieron todo y pasaron un buen rato.
Al final hubo incluso medallas para los ganadores, pero
todos aprendimos y ganamos algo.
Por último, sentados juntos, tuvimos un ratito para evaluar estas
20 horas juntos, que nos han dado mucho de sí.
Nos despedimos. Algunos hasta la próxima sesión de Grupos y
otros hasta el lunes en clase.
¡Volveremos!
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